El amor se basa en el compañerismo. Pero a veces, en una relación romántica, la mujer se da cuenta de que ha pasado de ser una novia cariñosa a convertirse en una especie de “madrecita” estricta y agotada.
El amor se basa en el compañerismo. Pero a veces, en una relación romántica, la mujer se da cuenta de que ha pasado de ser una novia cariñosa a convertirse en una especie de “madrecita” estricta y agotada. Se encarga de todo, resuelve los problemas de ambos, consuela, controla, guía. Y un día se pregunta: “¿Y yo dónde estoy en esta historia?” Si sientes que estás en una relación con un niño y no con un hombre adulto, quizás es hora de replantearte la dinámica. Aquí tienes 7 señales de que te has convertido más en su madre que en su pareja.
Se rompió el grifo — tú llamas al fontanero. Tiene problemas en el trabajo — tú buscas soluciones y le das apoyo emocional. ¿Y él qué hace? En una relación sana, ambos tienen responsabilidades. Si tú sola cargas con todo, difícilmente te quede energía para ti misma.
Pregúntate: ¿por qué no le das la oportunidad de resolver las cosas? ¿Temes que no pueda? ¿O necesitas controlar todo para sentirte necesaria?
Planeas las vacaciones, el presupuesto, la compra del apartamento — y él solo asiente o guarda silencio. Las parejas estables hacen planes juntos. Si solo tú ves más allá del día a día, quizás no lo veas como un adulto, sino como alguien a quien cuidar. Y eso no es amor, es control.
¿Tus conversaciones cada vez se parecen más a un monólogo? ¿Él se calla, no toma iniciativa, evita los temas importantes? Algunos hombres se cierran por miedo a ser juzgados, especialmente si la mujer domina la relación. Pero si la comunicación se vuelve unilateral, es momento de preguntarte: ¿no habla porque no quiere, o porque no le dejas espacio?
Suena romántico, pero es preocupante. ¿No sabe cómo pagar las cuentas, le da miedo llamar al banco, se siente perdido sin tus instrucciones? Tú no eres su GPS ni su asistente personal. Eres su pareja, no su niñera. Si todo depende de ti, eso no es una relación madura — es dependencia.
El agotamiento emocional es común en mujeres que asumen el rol de “madre que lo sabe todo”. No estás cansada del amor, sino del esfuerzo constante de cuidar a un adulto que no se responsabiliza. Tu sistema nervioso está colapsado, no tienes energía y tu mente está llena de tareas ajenas.
Ya no vas a clases de baile, abandonaste la idea de cambiar de trabajo y hace mucho que no haces nada que te haga feliz. Alerta roja. En este tipo de relaciones, muchas mujeres se olvidan de sí mismas por estar siempre ayudando a su pareja. Pero crecer personalmente no es un lujo, es una necesidad.
Aunque desde fuera todo parezca normal — casa, cenas, cuidado — por dentro puedes sentir un vacío. Has dado todo por la relación, pero te sientes sola, cansada y poco valorada. Eso no es amor. Eso es desigualdad.
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