Channing Tatum y Kirsten Dunst en el tráiler de “El ladrón del tejado”

Y a veces el cine se parece tanto a la vida que nos sorprende pensar: “Yo también actuaría así… ¿o no?”

“El ladrón del tejado” es exactamente ese tipo de película. La nueva comedia criminal de Paramount Pictures, dirigida por Derek Cianfrance (el mismo que nos dio “El lugar de los pinos”), ya causó sensación en el Festival de Toronto y ahora se prepara para irrumpir en las salas de cine el 9 de octubre.

El protagonista, Jeffrey Manchester (interpretado por el increíblemente carismático Channing Tatum), es un exmilitar que la vida ha llevado al límite.
En lugar de rendirse, él… empieza a robar McDonald’s a través de agujeros en los techos.
Sí, suena una locura. Pero no es solo un truco cómico: es la metáfora de una persona que busca su libertad, aunque sea a través de una ventilación.

Cuando Jeffrey escapa de la cárcel y pasa seis meses viviendo en una tienda de juguetes, haciéndose pasar por una sombra entre dinosaurios de plástico y osos de peluche, lo vemos no como un criminal, sino como alguien que simplemente intenta empezar de nuevo.

Y entonces aparece Lee, una madre divorciada interpretada por la inigualable Kirsten Dunst.
Es fuerte, pero cansada. Sabia, pero vulnerable. Alguien que ha cargado el mundo sobre sus hombros demasiado tiempo y finalmente se permite sentir algo real.

Su aparición destruye el mundo cuidadosamente construido del protagonista.
Porque el amor no pregunta si es conveniente, si una doble vida molesta o si estás listo para la verdad.

“El ladrón del tejado” no es solo una historia de robos y fugas. Es una película sobre segundas oportunidades, sobre encontrarse a uno mismo y sobre cómo el amor puede sorprender incluso a quien está acostumbrado a seguir un plan.

Y, por supuesto, sobre cómo a veces los hombres que parecen peligrosos simplemente no han encontrado un lugar donde los comprendan.

Agrega a esto ironía, acción, la química cálida entre Tatum y Dunst, y obtendrás una película donde el crimen se convierte en un coqueteo psicológico y las persecuciones en una metáfora de la búsqueda de uno mismo.