Cuando las palabras dejan de funcionar y las conversaciones se convierten en peleas interminables y malentendidos, surge el deseo de dar un paso atrás.
Cuando las palabras dejan de funcionar y las conversaciones se convierten en peleas interminables y malentendidos, surge el deseo de dar un paso atrás. En esos momentos, muchas parejas piensan en hacer una pausa en la relación — un descanso temporal el uno del otro, que puede ser tanto un salvavidas como una prueba. Pero, ¿es realmente útil esta pausa? ¿Y qué nos aporta realmente?
La pausa no es una ruptura ni una traición, sino una suspensión temporal del contacto romántico o sexual en la que ambos miembros de la pareja toman tiempo para reflexionar. Es como pausar una película para entender qué sucede en la pantalla y decidir si seguir viéndola. Es importante que la pausa no sea un silencio sin explicaciones, sino una decisión consciente para aclarar sentimientos y deseos.
A menudo, las pausas ocurren inesperadamente, debido al trabajo, estudios o un estrés fuerte. A veces, es el deseo de tomar un respiro de la rutina diaria y las discusiones constantes para renovar los sentimientos y mirar la relación desde otra perspectiva. La pausa ayuda a entender qué está bloqueando la armonía y puede abrir los ojos a las verdaderas necesidades de cada uno.
Cuando la relación se estanca, la pausa da la oportunidad de restaurar los límites personales, sentirse nuevamente un individuo separado y no solo parte del “nosotros”. Porque una fusión demasiado intensa a veces conduce a perderse a uno mismo, y eso provoca conflictos.
Es fundamental entender que la pausa no es una solución mágica. Si se usa como castigo, por ejemplo, para vengarse de una herida o una infidelidad, solo empeorará la situación. Ignorar los problemas y caer en el silencio genera resentimientos, desconfianza y puede llevar a una ruptura irreversible.
Además, una pausa sin consentimiento mutuo lleva a la soledad dentro de la relación. Si uno quiere “descansar” y el otro quiere entender y luchar, la tensión solo aumenta. Peor aún si la pausa se usa para evitar una conversación honesta cuando la decisión de separarse ya está tomada, pues solo prolonga el dolor y la confusión.
La pausa es un momento en el que muchas cosas pueden cambiar. Para algunos es un nuevo comienzo, que abre horizontes y motiva a trabajar de otra manera en la relación. Para otros es una etapa que trae la conciencia de que es hora de seguir adelante, porque el amor se ha agotado.
El resultado depende de la disposición de cada pareja para mirarse honestamente a sí mismos y al otro, buscar compromisos y comunicarse abiertamente. Sin esto, ni el descanso más largo devolverá la armonía.
Este sitio utiliza cookies para ofrecerte una mejor experiencia de navegación. Al navegar por este sitio web, aceptas el uso de cookies.