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Punto del hambre: ¿método milagroso para adelgazar o mito de marketing?

Cada una de nosotras ha soñado al menos una vez con perder peso sin dietas, entrenamientos agotadores ni cambios drásticos en el estilo de vida. Lamentablemente, la realidad no es tan simple, pero las clínicas modernas ofrecen una alternativa tentadora: el llamado punto del hambre. Pero, ¿en qué consiste este método, cómo funciona y vale la pena probarlo?

Cada una de nosotras ha soñado al menos una vez con perder peso sin dietas, entrenamientos agotadores ni cambios drásticos en el estilo de vida. Lamentablemente, la realidad no es tan simple, pero las clínicas modernas ofrecen una alternativa tentadora: el llamado punto del hambre. Pero, ¿en qué consiste este método, cómo funciona y vale la pena probarlo?

Qué es el punto del hambre

El punto del hambre es una zona de acupuntura ubicada en el pabellón de la oreja. La técnica consiste en inyectar preparados de toxina botulínica o estimular la zona con agujas. Los impulsos nerviosos se envían al cerebro, que controla la sensación de hambre, reduciendo el apetito. Teóricamente, la persona come menos y pierde peso progresivamente casi sin esfuerzo. Muchos comparan el efecto con una cirugía de reducción de estómago, pero sin intervención quirúrgica ni rehabilitación prolongada.

Acupuntura vs Botox

La acupuntura actúa estimulando el punto del hambre durante 1,5–2 meses. Una de las técnicas consiste en fijar un pendiente de oro en el punto. Este método acelera el metabolismo, mejora la digestión y la síntesis de sustancias biológicamente activas.

Ventajas de la acupuntura:

  • Reducción del apetito: el hipotálamo activa los receptores de leptina, la hormona de la saciedad.
  • Disminución del colesterol: mejora el metabolismo de las grasas, menos lípidos se acumulan en el hígado.
  • Supresión de inflamaciones: aumenta la sensibilidad a la insulina.
  • Mejora de la flora intestinal: los alimentos se absorben mejor y la sensación de saciedad llega más rápido.
  • Estimulación de la digestión: activa el peristaltismo y la síntesis de enzimas.
  • Combate del estrés: disminuye los niveles de cortisol y grelina, reduciendo los antojos de dulce.

Con el Botox es más complicado: el efecto se observa solo en el 20–30 % de las personas, mientras que el resto mantiene su apetito habitual. Muchos expertos consideran que, en algunos casos, el resultado se debe principalmente a la autosugestión.

Principales desventajas del método

  • Efecto temporal: al dejar los procedimientos, el peso vuelve a su nivel habitual, a veces incluso más alto.
  • Estrés para el organismo: suprimir el hambre artificialmente puede provocar deficiencias de vitaminas y oligoelementos.
  • No reemplaza el esfuerzo: sin una alimentación equilibrada y actividad física mínima, el efecto es limitado.

Si aún así deseas probar el punto del hambre, elige un especialista experimentado, con licencia y buenas reseñas, y consulta obligatoriamente a un médico antes del procedimiento. Pero recuerda: ningún procedimiento reemplaza una alimentación saludable y al menos actividad física mínima. Incluso unas pocas minutos de caminata después del trabajo en lugar de usar el ascensor aportan beneficios.

En conclusión, el punto del hambre es más bien una herramienta complementaria que un remedio milagroso. Para obtener resultados reales, es necesario cuidar de uno mismo, del cuerpo y de los hábitos. Y es precisamente esta combinación de disciplina y consciencia la que mantiene la figura esbelta y saludable durante muchos años.

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