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AMOR

¿Un juguete sexual como regalo: romanticismo o fiasco?

Regalar a un hombre un perfume, ropa interior o incluso una PlayStation es terreno conocido. Pero ¿qué pasa con un juguete sexual? Un vibrador con lazo o un anillo brillante para dos puede convertirse en el mejor regalo de la relación… o en un momento de «trágame, tierra». Todo depende de cómo lo hagas.

Regalar a un hombre un perfume, ropa interior o incluso una PlayStation es terreno conocido. Pero ¿qué pasa con un juguete sexual? Un vibrador con lazo o un anillo brillante para dos puede convertirse en el mejor regalo de la relación… o en un momento de «trágame, tierra». Todo depende de cómo lo hagas.

Intención: ¿regalo o “indirecta”?

La motivación es lo más importante. Un juguete sexual debe ser una invitación al juego, no un reproche silencioso. Si él lo recibe con la sensación de «no eres lo bastante bueno», la celebración puede acabar en desastre. Por eso conviene hablar con claridad: no se trata de corregir nada, sino de alcanzar juntos un nuevo nivel de placer.

Experiencia y disposición

Si nunca habéis usado juguetes sexuales, no conviene sacar de golpe un arsenal con un vibrador-cohete y unas esposas. Es mejor empezar con una conversación y una propuesta suave. Y si ya tenéis experiencia compartida, entonces el regalo puede ser una grata continuación de vuestros juegos habituales.

Prejuicios: rompiendo tabúes

Muchos siguen pensando que los juguetes son «demasiado» o que son «solo para solteros». En realidad, son herramientas para el placer y la intimidad. Para romper mitos, puedes plantear el tema con humor: «Mira, encontré un gadget que promete hacer que nuestro Netflix & Chill sea aún más divertido». Lo esencial es quitar tensión y transformar la charla en un coqueteo ligero.

El momento de entregarlo: el ambiente lo es todo

Olvídate del «toma, aquí tienes la caja, en plena cocina». La atmósfera debe ser íntima: una cena, unas velas o, al menos, una luz tenue en el dormitorio. Una pequeña nota con «Pienso en ti» hará el regalo todavía más emocionante.

Las mejores ocasiones: un aniversario, un cumpleaños, un fin de semana romántico.
La peor: «porque sí», sin ninguna preparación.

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