Te despiertas al lado de alguien, pero te sientes sola. Estás en una relación, pero es como si vivieras a la sombra. ¿Te resulta familiar? Muy a menudo nos aferramos al “nosotros” y nos olvidamos del “yo”. Pero elegir la soledad no es una debilidad. Es valentía. Es un acto de amor propio.
Te despiertas al lado de alguien, pero te sientes sola. Estás en una relación, pero es como si vivieras a la sombra. ¿Te resulta familiar? Muy a menudo nos aferramos al “nosotros” y nos olvidamos del “yo”. Pero elegir la soledad no es una debilidad. Es valentía. Es un acto de amor propio.
Antes eras ligera, segura de ti misma, llena de ideas. Ahora estás ansiosa, irritable y siempre cansada. ¿Por qué? Tal vez te perdiste intentando ser cómoda para él. Detente. Mírate como si fueras tu mejor amiga: ¿qué le dirías?
No sabes en qué está pensando. Y él no te escucha cuando hablas. Sí, aún duermen en la misma cama. Pero emocionalmente viven en mundos distintos. Eso no es intimidad. Es inercia. Hábito. O miedo a la soledad. Pero ninguna de esas razones da felicidad.
Él mastica fuerte — y tú explotas. Llegas tarde del trabajo — y te acusa. Tu sistema nervioso ya no tolera estar cerca. No porque sean malas personas, sino porque ya no encajan.
Miras hacia adelante — y no lo ves a tu lado. O simplemente no quieres verlo. No hay planes. No hay metas compartidas. Solo un “hoy” lleno de tensión y silencios. A veces es mejor admitirlo con honestidad: la historia llegó a su fin.
No vives, sobrevives. Tienes miedo de su reacción. Temes que vuelva a humillarte. Temes quedarte sola. Pero el miedo no es base para la felicidad. La soledad es mucho más segura que una cárcel emocional.
¿Cuándo fue la última vez que te sentiste hermosa? ¿Inteligente? ¿Valiosa? Si él destruye tu confianza, no es tu persona. Una relación debe levantarte, no destruirte.
Él quiere estabilidad — tú quieres libertad. Sueñas con mudarte — él no sale de su zona de confort. Ya no miran en la misma dirección. No tiene sentido castigarse con compromisos para toda la vida.
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