Hoy en día, esta frase suena casi como un manifiesto: «¿Entonces para qué quiero un marido?» Las mujeres la dicen con ironía, con cansancio o incluso con desafío.
Hoy en día, esta frase suena casi como un manifiesto: «¿Entonces para qué quiero un marido?» Las mujeres la dicen con ironía, con cansancio o incluso con desafío. Nos hemos vuelto fuertes, independientes y económicamente estables. Ya no necesitamos casarnos para sobrevivir. Pero ¿significa eso que el marido es un concepto obsoleto, un vestigio del pasado sin utilidad real? ¿O tal vez su papel va mucho más allá de lo doméstico?
Vamos a verlo sin filtros. Sin romanticismos. Solo con honestidad.
A veces, todo parecía estar en orden… hasta que llegó él. Con él llegaron las discusiones, el fastidio, el agotamiento. ¿Te suena familiar? Entonces surge la pregunta lógica: «¿Pero qué hago con él?» Y sin embargo, si miras más allá, descubrirás que muchas veces son precisamente esas situaciones las que provocan nuestros mayores avances personales.
Los psicólogos afirman que ningún encuentro es casual. Un marido puede actuar como un espejo en el que verás tus debilidades, miedos y aspectos no resueltos. Puede ser tu examinador — el que te empuje a madurar, a poner límites, a ser honesta contigo misma. Y sí, a veces la lección es… irse. Pero irse siendo una mujer distinta, más consciente.
La frase «él no me da nada» a menudo esconde un dolor más profundo. Queremos que nos amen, que nos mimen, que nos entiendan sin hablar. Y cuando eso no pasa, nos decepcionamos. Pero aquí va lo importante: a veces esperamos de un hombre aquello que deberíamos aprender a darnos nosotras mismas.
Cuando esperas que alguien más te haga feliz, te colocas en una posición infantil. Las relaciones maduras no son un cuento de hadas entre un salvador y una princesa, sino un viaje entre dos adultos. Si tu marido no cumple tus deseos como por arte de magia, tal vez ha llegado el momento de que aprendas a cumplirlos tú.
Las crisis en pareja son inevitables. El nacimiento de un hijo, el estrés, los cambios… todo eso puede generar distancia. En esos momentos, tu marido puede parecerte un extraño. Pero no es recomendable tomar decisiones cuando dentro de ti hay una tormenta emocional.
A veces lo más valiente no es irse, sino quedarse. Resistir. Hablar. Reconstruirse juntos. Porque detrás de cada crisis hay una oportunidad: volverse más cercanos, más sabios, más profundos. Y quizás, con el tiempo, te sorprendas pensando: «¿Cómo pude siquiera dudar de su importancia en mi vida?»
Nuestra generación domina el arte del “reinicio”. ¿Algo no funciona? Se desecha y se empieza de nuevo. Eso puede servir con la ropa, pero no siempre con las personas. Porque el destino tiene esa manera peculiar de devolverte las mismas lecciones… hasta que las aprendes.
Un marido no es solo un compañero de vida. Es tu aliado en el crecimiento interior. No todos lograrán avanzar juntos hasta el final, pero si encuentras a alguien con quien afrontar las tormentas, entonces ya no es simplemente “tu marido”: es parte esencial de tu camino, de tu fortaleza y de tu transformación.
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