Para millones de espectadores, Jude Law se ha convertido en un verdadero ícono: encantador, atractivo y, sin duda, hermoso.
Para millones de espectadores, Jude Law se ha convertido en un verdadero ícono: encantador, atractivo y, sin duda, hermoso. Durante décadas, sus papeles en pantalla han cautivado, y parecía que la vida misma se sometía a su encanto. Pero ahora, a los 51 años, el actor decide alejarse de los papeles habituales y optar por personajes más oscuros y complejos. ¿Está listo para liberarse de los límites que él mismo se ha impuesto?
Todo comenzó con un simple mensaje de texto que me llegó justo después de que se apagara la señal del cinturón de seguridad en el avión. Jude Law me pregunta si he tenido un buen vuelo y si quiero unirme a las grabaciones que se han alargado más de lo previsto. Habíamos quedado en encontrarnos al día siguiente, pero debido a circunstancias imprevistas mi vuelo se retrasó y, fuera, el huracán Ernesto azotaba Manhattan, inundando las calles con lluvia. A pesar del cansancio, acepto la invitación y me dirijo al set.
Una hora después, un todoterreno negro con ventanas polarizadas me recoge y me lleva a un enorme almacén transformado en un bar completamente reconstruido. Dentro, el equipo me recibe y me dan unos auriculares para seguir lo que ocurre en la pantalla. Y ahí está él: Jude Law, bajando corriendo las escaleras, gritando por su teléfono móvil algo como "¡Maldición!". Su personaje claramente está en problemas, pero eso es solo el principio. La trama de Black Rabbit (que saldrá en 2025) está llena de giros inesperados, y Jude da vida a su personaje de manera brillante.
Cuando terminan las grabaciones, Jude sale con un traje negro, empapado en sudor, pero sonriendo. Con una sonrisa, empieza a mostrarme el set, sin olvidar los pequeños detalles que lo hacen vivo: estantes con bebidas alcohólicas, cuadros en las paredes. A cada miembro del equipo, ya sea un asistente o un trabajador con un destornillador, le habla por su nombre, como un viejo amigo.
Veinte minutos después, estoy nuevamente en el coche, donde hay un asiento para uno de sus hijos más pequeños. Jude, a pesar de un largo día de trabajo de 15 horas, está lleno de entusiasmo y me habla de Black Rabbit con tantos detalles como si acabara de participar en una conversación ligera. Vamos a toda velocidad por las lluviosas calles de SoHo, y él me saluda antes de desaparecer en la esquina.
Ver a Jude Law es ver a un hombre que se ha liberado de los estereotipos sobre su apariencia y sus papeles. Ya no es ese galán que atraía a las multitudes. Ahora se adentra en personajes más complejos y oscuros. Y tal vez eso es exactamente lo que necesita para convertirse en un hombre verdaderamente libre.
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