Todos soñamos con el amor verdadero, la pasión, con tener a alguien en nuestro mundo que comparta nuestros sentimientos y se preocupe por nosotros.
Todos soñamos con el amor verdadero, la pasión, con tener a alguien en nuestro mundo que comparta nuestros sentimientos y se preocupe por nosotros. Pero, a veces, este sueño, lamentablemente, se convierte en una obsesión que convierte las relaciones en una gran montaña rusa emocional. Si te has reconocido en estas señales, puede que sea el momento de darte cuenta de que eres una romántica empedernida, y esto no siempre es algo bueno.
Tu historia de amor comienza con una verdadera chispa. Conoces a una nueva pareja y literalmente te quemas de pasión. Parece que finalmente has encontrado a la persona que has estado esperando toda tu vida. Pero en cuanto la llama de la pasión comienza a desvanecerse, te aburres y empiezas a pensar en terminar la relación. Este es un ciclo: nuevas relaciones, nuevas emociones, nuevas esperanzas. Sin embargo, en cuanto los primeros sentimientos intensos se apagan, te encuentras buscando una nueva chispa que brille igual de fuerte. Esto hace que nunca disfrutes de la estabilidad y la cercanía, sino que simplemente navegas por la corriente de tus rápidos sentimientos.
Estás dispuesta a darlo todo. Construir relaciones es tu pasión. Te entregas por completo, pero a menudo no recibes lo que mereces a cambio. Intentas complacer a tu pareja, hacerla feliz, pero el problema es que tus esfuerzos no siempre son valorados como deberían. Sigues intentando, a pesar de que la relación se vuelve cada vez más unilateral. Esto puede convertirse en una verdadera trampa, porque cuando empiezas a dar más de lo que recibes, no conduce a un final feliz, sino que solo aumenta tu dependencia de tu pareja.
La romanticismo para ti no es solo una palabra, sino un estilo de vida. Ves películas y lees libros sobre amor, te sumerges en ideas románticas y sueñas con tus relaciones perfectas. Crees que el amor verdadero debe ser como en las películas y que cada cita debe ser una escena de una película romántica. No te das cuenta de cuán diferente es la realidad de tus expectativas, y sigues buscando a alguien que pueda llenar todas tus fantasías. El problema es que la idealización del amor no deja espacio para la realidad y puede llevarte a la decepción.
Confías en tus sentimientos, pero no siempre hay lógica en eso. Si alguien te gusta, estás dispuesta a lanzarte de lleno sin pensar en si esa persona es adecuada para ti a largo plazo. Las emociones, por lo general, dictan tus acciones. Cuando la realidad no coincide con tus expectativas, te sientes engañada y decepcionada. La romantización puede ser hermosa, pero es importante recordar que en las relaciones no solo deben contar las emociones, sino también la razón, que puede evitar grandes errores.
Te enamoras fácilmente, a menudo idealizando a tu pareja. En lugar de analizar su comportamiento, carácter y valores, inmediatamente le pones una máscara de perfección, solo porque te gusta. Crees que esa persona es “la indicada” y no ves sus defectos. Esto puede llevar a una gran decepción cuando la realidad no coincide con tus ideales.
Estás dispuesta a hacer todo por amor, incluso si eso requiere grandes sacrificios. Las románticas empedernidas a menudo creen que el amor verdadero debe ser un trabajo arduo y toleran el mal comportamiento de su pareja. Crees que, si eres lo suficientemente paciente y atenta, merecerás su amor. Pero en una relación sana, nadie debería sufrir o cambiar por la otra persona. El amor no debería ser un sufrimiento; debería traer alegría y satisfacción.
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