«He vuelto a encontrarme a mí misma»: Cómo la jardinería cambió la vida de Pamela Anderson

Pamela Anderson, estrella de Los vigilantes de la playa, actriz carismática conocida por su brillante carrera y su activismo social. Pero hoy su nuevo papel no está frente a las cámaras, sino en la tierra bajo sus pies, entre flores y verduras. La jardinería para Pamela se ha convertido en algo más que un simple hobby: una verdadera renovación espiritual, una fuente de fuerza y paz interior.

Pamela Anderson, estrella de Los vigilantes de la playa, actriz carismática conocida por su brillante carrera y su activismo social. Pero hoy su nuevo papel no está frente a las cámaras, sino en la tierra bajo sus pies, entre flores y verduras. La jardinería para Pamela se ha convertido en algo más que un simple hobby: una verdadera renovación espiritual, una fuente de fuerza y paz interior.

En una entrevista con la revista Architectural Digest España, la actriz confesó: «Las manos sucias y caminar descalza me reconectan con quien realmente soy». Estos simples actos la devuelven a sus raíces, tanto literal como simbólicamente. Su familia tiene origen en Vancouver, donde sus padres comenzaron su vida juntos y sus hijos dieron sus primeros pasos. Después de muchos años de viajes y actividad creativa, Pamela regresó a este lugar para reconectar profundamente consigo misma y con la naturaleza.

Su finca se extiende por casi tres hectáreas de suelo volcánico, que crea condiciones únicas para el crecimiento de las plantas. Allí crecen rosas de la variedad Yves Piaget, escaramujos que Pamela usa para hacer aceites cosméticos, además de physalis, remolachas, lechugas y rábanos — todo no solo para decoración, sino como una extensión de la vida, un ritual diario de cuidado y amor. Especialmente valiosas son las plantas cultivadas junto a sus hijos, un fragmento de memoria e historia familiar.

Pamela encuentra inspiración en el jardinero británico Monty Don, cuyas descripciones poéticas de la naturaleza han influido en su propia visión de la jardinería. Los jardines secretos de Versalles y la cultura japonesa del jardín, descubiertos gracias a sus hijos durante viajes con su padre, también han jugado un papel importante en la formación de su estilo. «Compartimos la misma pasión, pero con estilos diferentes — sonríe Pamela — No me gustan las líneas rectas. Si algo parece perfecto, probablemente lo plantó otra persona».

Este jardín no es solo un lugar para cultivar plantas. Es un símbolo de cambio, renovación y aceptación de uno mismo. Pamela lo compara con su propia vida: «Cada año se puede trasplantar, cambiar, mejorar». Y en este proceso realmente ha vuelto a encontrarse a sí misma — fuerte, inspirada y feliz.