Quieres una relación, calor, compañerismo. Pero en cuanto alguien se acerca demasiado, todo dentro de ti se tensa. Si te suena, probablemente no es que “no sea la persona adecuada”. Es miedo.
Quieres una relación, calor, compañerismo. Pero en cuanto alguien se acerca demasiado, todo dentro de ti se tensa. Si te suena, probablemente no es que “no sea la persona adecuada”. Es miedo.
Y antes de que te digas otra vez “simplemente amo mi libertad”, vamos a aclarar algo — ¿y si no eres libre, sino asustada?
Cuando él menciona unas vacaciones juntos, cambias de tema. Cuando suena la palabra “nosotros”, quieres salir de la conversación — y de la relación.
¿Por qué? Porque hacer planes = vulnerabilidad. Y la vulnerabilidad da más miedo que la soledad.
Él solo quiere estar cerca, y tú ya sientes que te falta el aire. Empiezas a cancelar encuentros, a alejarte, a molestarte sin razón.
No es un capricho. Es un instinto de supervivencia disfrazado de independencia.
Él es demasiado alegre. O demasiado aburrido. Ama demasiado a su mamá. O no le gustan mucho los perros.
Si buscas sus defectos, quizá no temes que no sea suficientemente bueno. Temes que se vuelva importante para ti.
Estás segura de que primero debes construir tu carrera, entenderte a ti misma, alcanzar una especie de iluminación, y solo después una relación.
Pero pasa un año, dos, cinco… y nada cambia. No son las circunstancias, es el miedo que se ha instalado dentro de ti.
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