No vuelves a patear una bolsa de basura después de sacarla, ¿verdad? Pues con tu ex, aplica la misma lógica.
No vuelves a patear una bolsa de basura después de sacarla, ¿verdad?
Pues con tu ex, aplica la misma lógica.
Una infidelidad duele. Es cruel, cobarde, inesperada.
Como si te hubieran abofeteado, pero con un martillo.
Y en ese momento lo quieres todo: llorar, desaparecer de redes sociales, cambiar de look y — por supuesto — vengarte. De él. De ella. De todos.
Pero detente. Respira. Y lee estas cinco razones por las que la venganza es, en realidad, el peor trato emocional que puedes hacer contigo misma.
Si estás planeando cómo hacerle pagar, no estás soltando — estás reviviendo.
Una y otra vez. No avanzas, solo cocinas tu propio dolor en bucle.
Y podrías estar libre. Respirando hondo. Viviendo.
Piensas que vengarte será un alivio. Pero es como comer pastel en plena dieta: sabe bien un segundo, luego llega la culpa, el peso emocional, el remordimiento.
En vez de un “gané”, te enfrentas a un “¿qué acabo de hacer?”
La verdadera justicia no llega con gritos. Llega en silencio, cuando simplemente vives mejor.
Digamos que tu venganza funciona. ¿Y luego?
¿Se arrepentirá, se aislará del mundo, meditará en una montaña? Difícil.
Más probable es que empiece una guerra: publicaciones en redes, chismes con amigos, nuevas parejas solo para molestarte.
Y en vez de “Tú y tu nueva vida”, terminas en una telenovela eterna: “Venganza y rencor: la saga infinita”.
La gente olvida fácilmente quién traicionó primero.
Pero tu reacción, si es explosiva, sí la recordarán.
No es que eso sea lo más importante, pero mejor evitar tener que justificarte luego con un: “Estaba muy alterada emocionalmente.”
Sé la mujer que salió del fuego — no hecha cenizas, sino con alas.
Ironía pura: tú quieres hundirlo, pero al ver tu reacción, él piensa: “Al final, hice bien en irme.”
Suena absurdo, pero así funciona el ego. Él olvida tu dolor y recuerda solo tu rabia.
Y entonces deja de verse como el traidor… para convertirse en la víctima.
No le des ese poder. Que se ahogue en su culpa — solo.
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