6 situaciones en las que debes decirte “no”... a ti misma. Sí, sí, a ti, querida.

Ya todas hemos aprendido a decir “no” a los demás: a colegas tóxicos, amigas que siempre piden favores, pretendientes pesados. Pero hay alguien aún más peligroso… tú.

Ya todas hemos aprendido a decir “no” a los demás: a colegas tóxicos, amigas que siempre piden favores, pretendientes pesados. Pero hay alguien aún más peligroso… tú. Mejor dicho, tu yo interior: esa voz que sabe cómo convencerte, sabotearte, hacerte perder el tiempo, meterte un éclair en la boca y arrastrarte directo a otro drama. Ya es hora de parar. Aquí van 6 situaciones en las que debes decirte un “no” firme, amoroso, pero categórico.

No, no lo dejaré para mañana

Porque “mañana” es ese día tramposo que nunca llega. Y “luego” es sinónimo de “nunca”. Empieza ahora. No el lunes. No con una “nueva vida”. Solo con una acción. Por ejemplo, cerrar TikTok.

No, no merezco estar en una relación tóxica

¿Tienes una amistad que te deja con ganas de llorar en la ducha? ¿Vives con alguien que “bromea” diciendo que eres tonta? Eso no es “así vive todo el mundo”. Tampoco es “yo tengo la culpa”. Es una señal de alerta. Fuerte. Déjalo ir. Y di: “Conmigo misma me la paso mejor”.

No, no compraré esos zapatos brillantes que usaré solo una vez

Porque después estaré comiendo arroz dos semanas pensando: “¿En qué estaba pensando?” Las compras impulsivas son como los romances impulsivos. Casi siempre dan vergüenza al día siguiente. En cambio, la libertad financiera es un pequeño “sí” a tu yo auténtico.

No, no voy a saltarme el entrenamiento

Porque mi cuerpo es mi casa. Y las casas hay que limpiarlas, ventilarlas y repararlas si algo cruje. Sí, a veces da pereza. Pero no dejas de lavarte los dientes, ¿verdad? Pues lo mismo con el yoga.

No, no voy a comer otro pastel “solo porque estoy triste”

Porque la tristeza no se va con eso. Pero los jeans, sí, se van a ajustar traicioneramente. Mejor: unos abrazos, un baño con espuma y una lista de reproducción de canciones tristes. Ya estás en modo película.

No, no voy a compararme con Masha de Instagram

Porque Masha tiene filtros, Photoshop y una vida armada como una vitrina. Tú tienes realidad, una mañana con el pelo alborotado y una risa sincera. Esto ni siquiera es una competencia.