El término "relaciones kármicas" no tiene reconocimiento oficial en la psicoterapia ni en la religión, pero tiene raíces espirituales profundas.
"Las relaciones intensas, llenas de drama, a menudo se confunden erróneamente con el amor, pero no es así. Lo más probable es que sean relaciones kármicas, y es importante entender que no vale la pena quedarse en ellas por mucho tiempo", explica la coach espiritual Christina Lopez.
Entonces, ¿qué son realmente las relaciones kármicas? ¿Siempre tienen un impacto negativo? En este artículo explicaremos sus aspectos principales desde la perspectiva de psicólogos y expertos espirituales.
El término "relaciones kármicas" no tiene reconocimiento oficial en la psicoterapia ni en la religión, pero tiene raíces espirituales profundas. Como sugiere el nombre, proviene del concepto de karma en las religiones orientales, como el budismo y el hinduismo.
El karma es la creencia de que nuestras acciones tienen consecuencias. En algunas religiones orientales, se cree que estas consecuencias no solo afectan nuestra vida actual, sino también las siguientes.
Muchas personas creen que las relaciones kármicas son el resultado de asuntos no resueltos de vidas pasadas: dos almas se reencuentran para cerrar lo que quedó pendiente. Otros consideran que estas relaciones son el reflejo de nuestras acciones anteriores. De cualquier forma, "es la ley de causa y efecto", explica Priscilla Lima de Charbonnière, astróloga, autora y coach. Cada acción provoca una reacción correspondiente, ya sea positiva o negativa.
No hay una definición exacta del término "relaciones kármicas" ya que este concepto se popularizó en las últimas décadas y no tiene una fuente única. Tampoco todos coinciden en que estas relaciones sean necesariamente “negativas”. Muchos expertos creen que todas nuestras relaciones son, en cierto grado, kármicas.
"Nadie llega a nuestra vida por casualidad", señala Lima de Charbonnière. "Atraemos a personas cuyas vibraciones energéticas son compatibles con las nuestras. Las relaciones kármicas son el resultado de la ley de la atracción, y cada relación tiene elementos kármicos en distintos niveles".
La mayoría de las personas que utilizan el término "relaciones kármicas" coinciden en algo: estas relaciones existen para nuestro crecimiento.
"La persona que has atraído a tu vida está allí para ayudarte a aprender una lección específica", dice Angie Baniki, lectora de tarot. "Se encontraron porque esa lección debe trabajarse".
Si este proceso parece demasiado abstracto, conviene recordar que los psicólogos aseguran que la mayoría de los problemas en las relaciones surgen de heridas del pasado sin sanar. Por lo general, atraemos a parejas que activan esas heridas.
"La idea de 'asuntos no resueltos' de vidas pasadas tiene una base psicológica, ya que el pasado vive en nuestro presente", explica el psicoterapeuta Stephen Floyd, quien ha estudiado el budismo y aplica sus principios en el trabajo con parejas. "Las experiencias tempranas de apego sientan las bases para nuestras futuras relaciones".
Floyd agrega que nuestra infancia es la primera "vida pasada" que debemos comprender y que los desafíos en las relaciones adultas suelen ser claves para ese entendimiento. "Entramos en relaciones con la sensación profunda de que nuestra pareja tiene la llave para nuestro crecimiento", afirma.
El crecimiento nunca es fácil, y a veces es complicado diferenciar los desafíos normales de una relación de las dinámicas poco saludables. "Las relaciones kármicas pueden parecer muy similares a las tóxicas o disfuncionales", advierte la doctora Candice Cooper-Lovett, terapeuta familiar y matrimonial con licencia. "Ambas tienen altibajos intensos".
Otros signos preocupantes también coinciden. "Las conexiones kármicas se sienten magnéticas e inestables al mismo tiempo; las personas suelen separarse y volver a unirse", explica Attina Manvelyan, profesora asistente de psicología en la Universidad de Santa Clara. "Otro indicio es la dependencia de ciclos repetitivos de pasión y drama, lo que hace difícil romper con la relación".
Para complicar aún más las cosas, puede ser difícil para alguien salir de una relación tóxica si cree que esa conexión es "el destino" o "una unión hecha en el cielo". "Las relaciones kármicas son difíciles de terminar debido a la intensa química natural y la sensación de que vidas pasadas los mantienen unidos", señala Cooper-Lovett.
La mayoría de los expertos recomiendan prestar atención a cómo te sientes en una relación en lugar de tratar de categorizarla. Hazte algunas preguntas importantes: ¿Esta relación te hace crecer o solo sobrevives? ¿Estás aprendiendo algo nuevo o te sientes agotado? ¿Tú y tu pareja están dispuestos a cambiar?
"La verdadera diferencia es que las relaciones kármicas suelen ser una herramienta para el crecimiento y el aprendizaje, aunque el proceso sea doloroso", comenta el psicoterapeuta Ken Firthaller. "Las relaciones tóxicas se caracterizan por comportamientos dañinos, como la manipulación, el control o la violencia, sin intención de cambio positivo. El propósito de una relación kármica es que ambas partes aprendan lecciones importantes, como el amor propio, los límites o el manejo de traumas emocionales".
En otras palabras, las relaciones kármicas solo se vuelven disfuncionales si tú y tu pareja no reconocen patrones de comportamiento insanos y evitan tomar medidas para resolverlos.
"Los conflictos en las relaciones son oportunidades de crecimiento en áreas donde aún no hemos madurado", dice Floyd. "Pero ese crecimiento solo es posible si ambas partes son conscientes de su rol en la relación. De lo contrario, permaneceremos en un estado constante de tensión. Las relaciones saludables no son las que carecen de conflictos, sino las que los manejan de manera consciente. Están basadas en seguridad, respeto mutuo y la comprensión de que nuestra pareja actúa como mejor sabe, no con intenciones dañinas".
Estos factores son esenciales para que una relación prospere, ya sea que la consideres kármica o no. "Navegar en una relación requiere mucho autoconocimiento, reflexión y crecimiento personal y espiritual", dice Kim Burris, terapeuta familiar y fundadora de un centro de asesoramiento holístico.
Sin embargo, si sientes que eres la única persona trabajando en la relación, puede ser una señal de que ya ha llegado a su fin. "Uno de los momentos más difíciles en una relación es darse cuenta de que la persona que nos ayudó a descubrir nuestras heridas profundas no siempre es la que puede sanarlas", señala Burris.
Esta es una revelación difícil, pero aquí hay otra perspectiva con la que la mayoría de los expertos están de acuerdo: dejar una relación que ya no funciona no significa que haya fracasado o que haya sido “mala”. A veces, soltar es el mayor logro.
"Romper una relación kármica puede ser un proceso transformador o incluso una lección en sí misma", comenta Nathalie Rozado, consejera de salud mental. "También puede traer sanación y crecimiento personal".
Aprender a transformar patrones insanos es la clave. Esto requiere asumir la responsabilidad de nuestras acciones.
"La mejor manera de sanar es aceptar que somos responsables de crear nuestra realidad", dice Lima de Charbonnière. "Al asumir esa responsabilidad, ganamos el poder de transformar nuestros patrones de relación. Romper sin cambiar internamente solo atraerá nuevas situaciones con los mismos problemas".
Esto es lo que significa quedar atrapado en un ciclo kármico. Para evitarlo, o "limpiar nuestro karma", debemos aprender a sanar nuestras heridas y cambiar nuestros comportamientos. Debemos darnos a nosotros mismos lo que Cooper-Lovett llama "amor incondicional y respeto propio".
Burris concluye: "A veces, lo más valiente que podemos hacer es decir 'basta' y dejar atrás una relación que ya no nos sirve. Puede parecer una tarea imposible, pero trae consigo el regalo de profundizar en la relación más importante de esta vida: la relación con nosotros mismos".
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