Ya sabes cómo es. Todo parece estar bien: es amable, no te amarga la mañana, incluso puede acariciarte el hombro cuando estás cansada. Pero algo no encaja. O mejor dicho — nada cambia. Ni en él, ni en vuestra relación. El tiempo pasa, y tú estás estancada. O peor aún — girando en círculos. Y ahí es cuando tienes que hacerte la pregunta más importante: ¿y si simplemente no es capaz de crecer como persona?
Ya sabes cómo es. Todo parece estar bien: es amable, no te amarga la mañana, incluso puede acariciarte el hombro cuando estás cansada. Pero algo no encaja. O mejor dicho — nada cambia. Ni en él, ni en vuestra relación. El tiempo pasa, y tú estás estancada. O peor aún — girando en círculos. Y ahí es cuando tienes que hacerte la pregunta más importante: ¿y si simplemente no es capaz de crecer como persona?
Sí, suena duro. Pero seamos honestas: es peor pasarte años creyendo que algún día “espabilará”, “entenderá”, “madurará”, mientras tú vas perdiéndote a ti misma. Aquí tienes 7 señales de que estás tratando con un hombre cuyo crecimiento personal está completamente bloqueado.
No tiene planes, ni ambiciones, ni siquiera una triste intención de salir de su zona de confort. No sueña, espera. Su lema: “Así está bien”. Pero para ti no lo está. Al lado de alguien así no serás una compañera de vida, sino una ansiosa gestora de motivación.
Se equivoca — pide perdón — repite. Y vuelta a empezar. Puede hablar bonito, prometer, jurar. Pero si no saca conclusiones, no hay crecimiento. Su juego favorito es echar culpas: a ti, a las circunstancias, a los planetas. Y créeme, un día despertarás y te darás cuenta de que estás criando a un adulto en vez de vivir una relación de igual a igual.
No es vago — es pasivo. Y eso es peor. En su cabeza todo se “resolverá solo”, “ya pasará” y “¿para qué cambiar algo, si no está tan mal?”. Pero tú ya no crees en el “no está tan mal”. Tú quieres “mucho”, “intenso”, “adelante”.
No toma decisiones — se escurre. No dice “yo me encargo”, busca excusas. Vive según la norma de “no le debo nada a nadie”, pero curiosamente tú sí le debes todo — desde apoyo emocional hasta la planificación de las vacaciones. Eso no es una pareja. Es una mujer adulta con un niño grande.
Vive atrapado en sus recuerdos. Sus ex, sus heridas, sus oportunidades perdidas, el famoso “antes era mejor”. Como si se hubiera quedado estancado en el pasado y se negara a comprar billete al presente. ¿Y tú? ¿Esperando a que deje de pensar en su ex y empiece a verte como la mujer con la que podría construir un futuro?
El mundo es un escenario y él es el protagonista. Tú — como mucho — parte del fondo. No te escucha, te interrumpe, minimiza tus sentimientos. Pero sus problemas los presenta como tragedias griegas. Con un hombre así siempre estarás en la sombra. Y luego empezarás a creer que tú eres la “demasiado sensible”.
Al principio parece seguridad. Pero luego te das cuenta: es miedo. No confía, no suelta, no acepta. Todo debe hacerse a su manera. Si no — drama o reproche. ¿Y tú? Empiezas a adaptarte. A perderte. Y una vez más — sin crecimiento.
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