Estás segura de que solo estabas mirando tu feed. Solo un café. Solo una mañana cualquiera. Y de repente, te encuentras en el perfil de esa persona que supuestamente ya habías “superado”. Todo parece en el pasado, pero tu mano se desliza para ver un poco más. ¿Te suena familiar?
Estás segura de que solo estabas mirando tu feed. Solo un café. Solo una mañana cualquiera. Y de repente, te encuentras en el perfil de esa persona que supuestamente ya habías “superado”. Todo parece en el pasado, pero tu mano se desliza para ver un poco más. ¿Te suena familiar?
No estás sola. Y no eres rara.
Es la realidad digital del amor, el dolor y el apego. La explica una psicoterapeuta, pero la vivimos nosotras — mujeres que aman, sienten… y a veces, observan.
Antes, las despedidas eran definitivas. Hoy son ilusorias. Ha salido de tu vida, pero sigue apareciendo en tus historias. Ya no habláis, pero sabes dónde estuvo, qué comió y con quién se rió. No es solo costumbre: es una falsa presencia. Como si aún estuvieras cerca… aunque ya no lo estés.
Y lo más importante: no te culpes.
Eres humana. Estuviste con él. Fue parte de tu vida. Interesarte por tu ex no es debilidad. Es el recuerdo de un vínculo que alguna vez tuvo valor.
Un día solo sientes curiosidad por saber qué hace. Otro día, revisas el perfil de su nueva novia y te comparas. Luego descubres —quizás sin querer— que ahora regala flores, aunque a ti te decía: «Eso es cursi». Y de pronto ya no eres solo espectadora. Estás participando en una obra que ya terminó… pero que dentro de ti sigue en escena.
Síntomas de una dependencia digital del pasado:
Revisas su perfil nada más despertarte;
Creas una cuenta falsa para que no te descubra;
Analizas cada nueva foto que publica;
Te comparas con su nueva pareja;
Tu estado de ánimo empeora por sus vacaciones o stories.
Si te reconoces, ya estás un paso más cerca de solucionarlo.
Pon una pausa. Antes de entrar en su perfil, cuenta hasta 20. Muchas veces, el impulso desaparece.
Redirige tu energía. Si sientes la tentación de abrir Instagram, haz algo por ti: tu cuerpo, tu piel, tu mente. Lee, haz ejercicio, mímate.
Pregúntate: «¿Por qué lo estoy haciendo?» — y respóndete con honestidad.
Bloquear no es debilidad. A veces, es la única forma de dejar de ponerte a prueba.
Date seis meses. Si después de medio año sigues espiándolo, ya no se trata de él. Se trata de algo dentro de ti que necesita atención.
Vivimos en un mundo donde el pasado siempre está a un clic.
La pregunta no es si lo sigues o no.
La verdadera pregunta es: ¿cómo te sientes al hacerlo?
Quizás la verdadera libertad adulta no sea dejar de mirar su perfil.
Sino poder entrar… y salir sin sentir nada.
Solo pasar de largo.
Como si vieras el pronóstico del tiempo en una ciudad donde viviste una vez — pero ya no vives.
Este sitio utiliza cookies para ofrecerte una mejor experiencia de navegación. Al navegar por este sitio web, aceptas el uso de cookies.