Seguro que has oído la frase: “Eres lo que comes”. Pero si decides convertirte, por ejemplo, en una tarta de queso con mermelada… no te sorprendas si tu estado de ánimo fluctúa, te falta energía y terminas abrazando el frigorífico después de las 10 de la noche. La solución es sencilla y, además… muy saciante: PROTEÍNA.
Seguro que has oído la frase: “Eres lo que comes”. Pero si decides convertirte, por ejemplo, en una tarta de queso con mermelada… no te sorprendas si tu estado de ánimo fluctúa, te falta energía y terminas abrazando el frigorífico después de las 10 de la noche. La solución es sencilla y, además… muy saciante: PROTEÍNA.
Sí, sí, esa misma proteína de la que tanto se habla en los canales de fitness. Pero olvídate del estereotipo del musculoso con su batido: la proteína no es solo para quienes sueñan con abdominales. Es clave para tu energía, buen sueño, piel radiante, niveles estables de azúcar e incluso para no pelearte con tu compañera después de comer. Y lo mejor: no necesitas dietas complicadas ni esquemas aburridos. Solo un menú rico y equilibrado que te permita alcanzar fácilmente esos deseados 100 gramos de proteína al día. ¡Toma nota y déjate inspirar!
Comienza el día con estilo: un matcha latte con colágeno te dará energía y beneficiará tu piel. Para desayunar: huevos revueltos con dos huevos enteros y algunas claras sobre pan de centeno tostado y con masa madre. Añade un poco de queso fresco, tomates en rodajas, aguacate y cebolla morada. Un desayuno lleno de sabor, texturas y unos 30 g de proteína sin esfuerzo.
Para comer, olvídate de la típica ensalada triste de tres hojas. Mejor un bowl griego completo con pollo: 120 g de pechuga, garbanzos, queso feta, verduras frescas y un aderezo cremoso hecho con yogur griego, limón, mostaza y aceite de oliva. Una combinación perfecta de proteína, fibra, grasas buenas y felicidad. Alrededor de 35 g de proteína.
Si el hambre ataca entre reuniones o tareas, olvida las barritas dulces de proteína. ¿Snacks de calamar? ¡Sí! Son sabrosos, sencillos y pueden aportar hasta 20 g de proteína por ración. También puedes optar por sobras de la cena (¡las albóndigas siempre son bienvenidas!) o un yogur cremoso con frutos rojos y una cucharadita de mantequilla de almendra.
Por la noche apetece algo especial, pero no pesado. Prueba albóndigas tailandesas de gambas —suaves, aromáticas, acompañadas de una salsa picante de cacahuete y yogur. Sírvelas con ensalada de pepino y zanahoria, y arroz si lo deseas. Ligero, colorido y con unos 35 g de proteína.
Cuando te apetezca algo caliente y reconfortante, pero sin azúcar ni remordimientos, opta por un cacao hecho con leche orgánica y una cucharada de colágeno. Sabor delicioso, relajación suave y unos 8 g de proteína que seguirán trabajando por tu belleza y salud mientras duermes.
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