Todos sabemos que entrenar es importante. Pero incluso el gimnasio más intenso no servirá de nada si tu alimentación va en contra de tus esfuerzos. A veces, hábitos que parecen inofensivos pueden arruinar todo tu progreso. Veamos qué errores alimenticios impiden alcanzar tus metas y cómo corregirlos fácilmente.
Todos sabemos que entrenar es importante. Pero incluso el gimnasio más intenso no servirá de nada si tu alimentación va en contra de tus esfuerzos. A veces, hábitos que parecen inofensivos pueden arruinar todo tu progreso. Veamos qué errores alimenticios impiden alcanzar tus metas y cómo corregirlos fácilmente.
Porciones grandes de comida pesada desvían la sangre de los músculos al estómago, causando pesadez y fatiga.
Qué hacer: 1–2 horas antes del entrenamiento, elige meriendas ligeras — plátano con mantequilla de maní, avena con fruta o tostada con ricotta. Energía sí, incomodidad no.
Las proteínas son el material de construcción de los músculos. Su déficit ralentiza la recuperación y reduce la resistencia.
Qué hacer: incluye en tu dieta pollo, pescado, huevos, queso fresco, legumbres y combínalos con carbohidratos complejos — verduras, pan integral, frutos secos.
Las dietas demasiado estrictas ralentizan el metabolismo y los músculos reciben menos energía. Resultado: fatiga y riesgo de lesiones.
Qué hacer: calcula tus necesidades calóricas según tu nivel de actividad y come de manera equilibrada — proteínas, carbohidratos complejos y grasas saludables.
Tener hambre antes del entrenamiento hace que el cuerpo descomponga proteínas musculares y el cerebro pierda concentración.
Qué hacer: un snack una hora antes del ejercicio — batido con fruta y yogur proteico — mantendrá fuerza y claridad mental.
El pico de energía es seguido por una caída brusca, causando fatiga e irritabilidad.
Qué hacer: elige carbohidratos complejos — cereales integrales, frutas, batata. Un plátano antes del entrenamiento es mucho mejor que una chocolatina.
Las restricciones excesivas crean estrés, afectando hormonas, estado de ánimo y recuperación.
Qué hacer: moderación y calidad — cereales integrales, frutos secos, barras proteicas sin azúcar, verduras congeladas.
La deshidratación reduce la resistencia, la fuerza y la concentración, y aumenta el riesgo de sobrecalentamiento.
Qué hacer: bebe agua regularmente durante el día y repón electrolitos con bebidas ligeras con minerales.
Las proteínas son importantes, pero sin carbohidratos y grasas, la energía disminuye y la recuperación se ralentiza.
Qué hacer: dieta equilibrada — proteínas, carbohidratos complejos y grasas saludables en cada comida.

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